domingo, 25 de octubre de 2015

Las Caras de Bélmez

La Historia Real de Las Caras de Belmez de la Moraleda. Agosto de 1.971. En la calle Rodríguez Acosta (hoy Real), en la casa de la familia Pereira, ocurrió uno de los episodios mas inquietantes e inexplicables de la historia de la parasicología en España.

La familia Pereira estaba compuesta entonces por el matrimonio: Juan y Maria, y por un hijo soltero, llamado Miguel, que se dedicaba a las tareas del campo.

La casa es sumamente sencilla; un portal de entrada, una escalera a la derecha, al lado mismo de la puerta de la calle, para subir a los dormitorios, a la izquierda una cocina con fogón y al frente la cuadra para albergar los animales domésticos.



El día 23 de agosto, Maria, como de costumbre estaba en la cocina preparando la comida. En un momento dado se dio cuenta de que, en el suelo, en el mismo fogón, fuera de la parte donde ardía el fuego, parecía como si se viera una cara humana.

Estaba asustada y sin dar crédito a lo que veía pues aquella mancha era cada vez mas clara y se veía perfectamente un rostro que a ella le parecía que la estaba mirando.

Sobrecogida llamó a los vecinos, todos acudieron y pudieron contemplar asustados, con verdadero temor. Efectivamente era un rostro humano con una triste y extraña expresión.

Maria trato de borrarlo fregando el suelo con todo lo que tenia a mano. Lo que conseguía al fregarlo era darle mas nitidez y mas brillo.

Empezó la gente a visitar la casa y a hacer comentarios.

La palabra “parasicología” tal vez no se había oído nunca entre los vecinos y solo se especulaba con hechos acaecidos muchos años antes, siglos tal vez.



Pasados dos o tres días la cara seguía mirando desafiadamente a todo el que entraba y Miguel, el hijo de Maria, cansado de tanta visita y jaleo y también de los muy distintos comentarios que se hacían, tomo la solución que él creía mejor. Tomo un pico, destrozo la cara y volvió a recubrir el trozo de suelo destrozado con una capa de cemento que es de lo que estaba hecho el suelo.

La familia una vez desaparecido el rostro intentaron recobrar su ritmo de vida tranquila y suntuaria.

Esta relativa paz duró pocos días, a la semana, Maria le dejó a su hijo Miguel, una noche que tardó en ir para cenar, la comida sobre el fogón en un plato tapado para que se le mantuviera caliente. El matrimonio se acostó y cuando el hijo volvió al coger la cena se dio cuenta que, sobre el nuevo cemento que él había puesto en la cocina, había aparecido la misma cara que él había destruido. Este nuevo rostro le pareció mas tosco que el primero, pero le produjo más pánico aún.

No podía creerse que aquello fuera una realidad y gritó todo asustado de que había otra cara en la cocina. Despavorido salió corriendo para avisar a sus padres. Allí empezaría para ellos un tiempo duro y triste de pasar. Maria al escuchar a su hijo diciendo que estaba allí de nuevo la cara, confesó que aquello le produjo “un escalofrío y autentico miedo”.

Según pasaban los días aquella cara se fue perfeccionando notándose cada vez mejor todas sus partes. A su entender ésta cara les imponía mas terror que la primera.

Ante ésta repetición del fenómeno, el Ayuntamiento del pueblo envió empleados para que vieran lo que pasaba. Se hicieron montones de conjeturas, cada persona o vecino opinaba y contaba algún hecho que pudiera estar relacionado con el fenómeno. Alguien apuntó que la casa, todas las casas de ésa acera estaban construidas sobre el antiguo cementerio y entonces pensaron que tal vez excavando en el suelo podrían explicar aquél fenómeno.



Miguel ayudado por otras personas, se puso manos a la obra. Recortaron con cuidado la parte de cemento donde estaba la cara y consiguieron sacar una losa de cemento con ella sin estropearla. Después empezaron a cavar el suelo no encontrando nada que pudiera ser la causa del fenómeno. En efecto, salieron algunos huesos de haber sido aquello el cementerio, pero la tierra y las piedras extraídas eran normales. Se tomó muestras de todo para analizarlo y volvió a rellenarse el agujero abierto (de 1´30 aproximadamente de profundidad y unos 80 centímetros de diámetro).

El trozo de cemento en el que estaba la “cara” se empotro en la pared poniéndole un cristal con el fin de que nadie pudiera tocarla o sacarla. Al cabo de todos los años que han transcurrido la “cara” se ha desplazado hacia la izquierda y ha tomado una forma distinta a como apareció en el suelo. Al aparecer era de un estilo bizantino, el rostro alargado, la mirada fija, y las pupilas centradas en los ojos. En la actualidad la cara es redonda y los ojos no miran al frente.

Todo éste proceso de transformación fue seguido recogiendo fotografías de la cara en distintos tiempos para poder observar el cambio que se producía en ella.

Y a partir de aquí empezó la gente a acudir a la casa de Maria que comenzó a llamarse “la casa de las caras”.

          ¿Real o Ficticio?

Esta historia sinceramente me impactó, ya que es una historia de mi país y me pareció que era interesante. Dadas las pruebas que han demostrado en algunos videos, creo que sería posible que esas caras ciertamente no se fueran de la pared donde estaban pintadas. En mi punto de visa y desde esta perspectiva, creo que es una historia Real.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario