Bienvenidos amantes de lo sobrenatural.
En este blog titulado "Historias Junto al Fuego", os enseñaré la parte más oscura de la realidad o la ficción y además os enseñaré historias horripilantes para una buena noche de acampada junto a una fogata con vuestros amigos y familia.
Al final de cada historia, escribiré un pequeño texto para decir si creo que las historias son reales o ficticias y explicar brevemente el porqué.
La Historia Real de Las Caras de
Belmez de la Moraleda. Agosto de 1.971. En la calle Rodríguez Acosta
(hoy Real), en la casa de la familia Pereira, ocurrió uno de los
episodios mas inquietantes e inexplicables de la historia de la
parasicología en España.
La familia Pereira estaba
compuesta entonces por el matrimonio: Juan y Maria, y por un hijo
soltero, llamado Miguel, que se dedicaba a las tareas del campo.
La casa es sumamente sencilla; un
portal de entrada, una escalera a la derecha, al lado mismo de la puerta
de la calle, para subir a los dormitorios, a la izquierda una cocina
con fogón y al frente la cuadra para albergar los animales domésticos.
El día 23 de agosto, Maria, como
de costumbre estaba en la cocina preparando la comida. En un momento
dado se dio cuenta de que, en el suelo, en el mismo fogón, fuera de la
parte donde ardía el fuego, parecía como si se viera una cara humana.
Estaba asustada y sin dar crédito a
lo que veía pues aquella mancha era cada vez mas clara y se veía
perfectamente un rostro que a ella le parecía que la estaba mirando.
Sobrecogida llamó a los vecinos,
todos acudieron y pudieron contemplar asustados, con verdadero temor.
Efectivamente era un rostro humano con una triste y extraña expresión.
Maria trato de borrarlo fregando
el suelo con todo lo que tenia a mano. Lo que conseguía al fregarlo era
darle mas nitidez y mas brillo.
Empezó la gente a visitar la casa y a hacer comentarios.
La palabra “parasicología” tal vez
no se había oído nunca entre los vecinos y solo se especulaba con
hechos acaecidos muchos años antes, siglos tal vez.
Pasados dos o tres días la cara
seguía mirando desafiadamente a todo el que entraba y Miguel, el hijo de
Maria, cansado de tanta visita y jaleo y también de los muy distintos
comentarios que se hacían, tomo la solución que él creía mejor. Tomo un
pico, destrozo la cara y volvió a recubrir el trozo de suelo destrozado
con una capa de cemento que es de lo que estaba hecho el suelo.
La familia una vez desaparecido el rostro intentaron recobrar su ritmo de vida tranquila y suntuaria.
Esta relativa paz duró pocos días,
a la semana, Maria le dejó a su hijo Miguel, una noche que tardó en ir
para cenar, la comida sobre el fogón en un plato tapado para que se le
mantuviera caliente. El matrimonio se acostó y cuando el hijo volvió al
coger la cena se dio cuenta que, sobre el nuevo cemento que él había
puesto en la cocina, había aparecido la misma cara que él había
destruido. Este nuevo rostro le pareció mas tosco que el primero, pero
le produjo más pánico aún.
No podía creerse que aquello fuera
una realidad y gritó todo asustado de que había otra cara en la cocina.
Despavorido salió corriendo para avisar a sus padres. Allí empezaría
para ellos un tiempo duro y triste de pasar. Maria al escuchar a su hijo
diciendo que estaba allí de nuevo la cara, confesó que aquello le
produjo “un escalofrío y autentico miedo”.
Según pasaban los días aquella
cara se fue perfeccionando notándose cada vez mejor todas sus partes. A
su entender ésta cara les imponía mas terror que la primera.
Ante ésta repetición del fenómeno,
el Ayuntamiento del pueblo envió empleados para que vieran lo que
pasaba. Se hicieron montones de conjeturas, cada persona o vecino
opinaba y contaba algún hecho que pudiera estar relacionado con el
fenómeno. Alguien apuntó que la casa, todas las casas de ésa acera
estaban construidas sobre el antiguo cementerio y entonces pensaron que
tal vez excavando en el suelo podrían explicar aquél fenómeno.
Miguel ayudado por otras personas,
se puso manos a la obra. Recortaron con cuidado la parte de cemento
donde estaba la cara y consiguieron sacar una losa de cemento con ella
sin estropearla. Después empezaron a cavar el suelo no encontrando nada
que pudiera ser la causa del fenómeno. En efecto, salieron algunos
huesos de haber sido aquello el cementerio, pero la tierra y las piedras
extraídas eran normales. Se tomó muestras de todo para analizarlo y
volvió a rellenarse el agujero abierto (de 1´30 aproximadamente de
profundidad y unos 80 centímetros de diámetro).
El trozo de cemento en el que
estaba la “cara” se empotro en la pared poniéndole un cristal con el fin
de que nadie pudiera tocarla o sacarla. Al cabo de todos los años que
han transcurrido la “cara” se ha desplazado hacia la izquierda y ha
tomado una forma distinta a como apareció en el suelo. Al aparecer era
de un estilo bizantino, el rostro alargado, la mirada fija, y las
pupilas centradas en los ojos. En la actualidad la cara es redonda y los
ojos no miran al frente.
Todo éste proceso de
transformación fue seguido recogiendo fotografías de la cara en
distintos tiempos para poder observar el cambio que se producía en ella.
Y a partir de aquí empezó la gente a acudir a la casa de Maria que comenzó a llamarse “la casa de las caras”.
¿Real o Ficticio?
Esta historia sinceramente me impactó, ya que es una historia de mi país y me pareció que era interesante. Dadas las pruebas que han demostrado en algunos videos, creo que sería posible que esas caras ciertamente no se fueran de la pared donde estaban pintadas. En mi punto de visa y desde esta perspectiva, creo que es una historia Real.
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